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Con la complicidad del TB, un chico de 8 años conoció al bailaor Guerrero

El sábado 26 de marzo del 2022 se convirtió en una fecha imborrable para Benjamín Baños, un pequeño sanjuanino de 8 años que cumplió su gran sueño: conocer a su ídolo, el bailaor Eduardo Guerrero.
Esta historia parte de una chispa artística que se encendió hace unos cuatro años atrás, persistió pandemia mediante y terminó escribiendo un final feliz gracias a la complicidad entablada por sus padres y el Teatro del Bicentenario.
Fue precisamente la mamá de Benja la que inició todo cuando allá por marzo del 2018 sacó entradas para ir a disfrutar de una producción de flamenco en el majestuoso polo cultural sanjuanino junto a su padre. Todo un mundo por descubrir para ella y también lo fue para su hijo de 4 años que, al no poder dejarlo al cuidado de nadie, se convirtió en la mejor compañía que pudo imaginar.
Benjamín asistió al teatro con su mamá y su abuelo y desde su butaca fue testigo de un espectáculo que, inesperadamente, marcaría los próximos años de su vida. “Guerrero” era el nombre del show con el que el gran bailaor venía seduciendo al público latinoamericano en su gira por estas latitudes.
En cuanto volvió a su casa, aún sobrepasado por la asombrosa experiencia, Benjamín googleó a Eduardo Guerrero y se encontró con el canal de YouTube del artista: flechazo total. A partir de ese momento, el pequeño admirador se propuso aprender todos los movimientos y singulares gestos del artista hispano, hasta que un día decidió tomar clases formales en un instituto.
Los años pasaron y Benjamín deseaba con todas sus fuerzas volver a cruzarse con Eduardo en vivo. Y tanto lo soñó que cuatro años después, en el último suspiro de marzo, se le hizo realidad en el mismo escenario donde se gestó el idilio.
En la antesala de “Sombra Efímera II” -así se llama la exquisita propuesta ovacionada esa noche-, Eduardo Guerrero impartió una MasterClass en una de las salas del TB. Allí mismo, al finalizar el reparto de conocimientos, se produjo el emotivo encuentro entre el cálido artista gaditano y Benja, que no daba crédito de la mágica experiencia.
Eduardo, quien hasta ese momento no conocía el impacto que había producido en el niño, escuchó atentamente cómo Benja le relataba el instante en el que decidió seguir sus pasos y que, actualmente, se encuentra comenzando su tercer año en un instituto de flamenco, donde es el único niño del alumnado.
Los padres de este pequeño bailaor sanjuanino, quienes no cuentan con una relación cercana a la cultura española y la danza flamenca, creyeron que con el tiempo se iría esfumando la motivación de Benjamín. Sin embargo, él continuó firmemente aprendiendo y asimilando cada vez mejor la impronta de su ídolo. Los que lo vieron, aseguran que Benja va por buen camino, sorprendiendo con su taconeo e increíble actitud. Un brillante futuro lo está esperando.



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